Los cielos de la libertad. De cuando mi loro se perdió
Con nueve años mientras jugaba con unos amigos a trepar por las ramas de un árbol, encontramos un nido que contenía un par de pichones. Nuestros ojos se iluminaron como quien encuentra un tesoro. Descendimos rápidamente del árbol, y corrimos a casa llevando con nosotros aquellos tiernos pajaritos. Entramos en casa sin apenas saludar, dirigiéndonos a mi habitación, y cerrando la puerta para admirar en silencio aquellos polluelos que llamaban insistentemente a su madre. Tras aquella inspección me dirigí con ilusión a buscar a mi abuela. Mi abuela, que siempre admiraré por la gran bondad que siempre albergó en su corazón, simplemente me dijo: “las aves nacieron para volar”, y no hizo falta nada más, su cara de pena por aquellos polluelos que seguían llamando insistentemente a su madre, nos hizo sentir que lo que habíamos hecho no estaba bien. Aquel mismo día volvimos al árbol y dejamos el nido en su sitio. Para que aquellos pajaritos pudieran disfrutar de los cielos de la libertad.
“Creo que es inherente al ser un humano el estar en contacto con la naturaleza. Pero la gran pregunta es: ¿de que forma se puede hacer tangible esa necesidad, esas ganas de contacto?”.
Muchos años después para intentar sentirme mejor por tener un ave alojada en casa, pretendí darle una falsa libertad. Y fue ese exceso de confianza lo que hizo que al final un día todo cambiara. Pues la falsa libertad rozó con la irresponsabilidad. Y en un abrir y cerrar de ojos Lana tras escuchar un ruido extraño, siguió su instinto y salió volando.

Lana tomando el sol en el balcón
He de decir que Lana realmente no se escapo, simplemente se asusto por el sonido de un portazo y salió de casa atravesando una ventana. Hago esa aclaración porque hasta entonces muchas veces Lana había estado en mi balcón y en esas ocasiones si ella hubiese querido tan sólo tenia que abrir sus alas e irse. Por esta razón me sentía aún más triste, pues sabía que una vez pasado el susto, cuando pudiera posarse en algún sitio, Lana estaría asustada y con ganas de volver a la confortabilidad de aquello que conocía.